Cómo mirar un cuadro de Pidelaserra: Las tres gracias

El pasado jueves día 10 de noviembre, contamos con la presencia de Josep Casamartina para guiarnos  a la hora de mirar el cuadro Las tres gracias de Marià Pidelaserra.

Josep Casamartina, crítico e historiador del arte, es un especialista en la pintura del siglo XIX y XX. Además,  ejerció de Comisario de la exposición que el MNAC celebró en 2003 alrededor de la figura de Pidelaserra, el primer impresionista catalán y una de las figuras más destacadas de nuestra exposición sobre L’edat d’or de la pintura catalana.

Como hilo conductor de su charla, Casamartina hizo un detallado recorrido por la azarosa vida de un artista como Pidelaserra. Así descubrimos en el autor del magnífico cuadro de Las tres Gracias a una figura rebelde dentro del mundo de la pintura que hizo siempre lo que quiso en cuestiones artísticas, con lo que ello conllevaba.

Para empezar se nos descubre un entorno familiar favorable al desarrollo de la vocación de Pidelaserra, donde el padre apoyaba su deseo de pintar, permitiendo que se desvinculara del negocio familiar. De este modo, Pidelaserra empieza a estudiar en La Llotja y más adelante puede llegar a relacionarse con Emili Fontbona,  el amigo de Picasso que animó a éste último a convertirse en escultor.

Pidelaserra formaba parte del grupo de artistas conocido como “El Rovell de lóu”, cuyos miembros, a partir de 1895, se reunían en una taberna de la que el grupo tomó el nombre. Entre ellos estaba tanto Fontbona como el pintor Pere Ysern, para el cual fue concebida la revista Il Tiberio,  un manuscrito de ejemplares únicos que pretendía mantenerle informado mientras estaba ampliando sus estudios en Roma.

Con Fontbona e Ysern, Pidelaserra se marcha a París y allí se da cuenta de que en la capital francesa se está haciendo algo que no tiene nada que ver con lo que había pintado hasta entonces. Descubre que la moda en cuestión de arte es el impresionismo (Monet, Manet) y queda tan impactado por ello que deja de pintar. De aquel momento hay que destacar la huella que deja en él  el simbolismo de Pierre Puvis de Chavannes. Puvis fue un autor de éxito, que suscitó al mismo tiempo elogios y furibundas críticas, pero al que Gauguin y Picasso admiraron por su fantasía y por el uso libre que hacía del color y de las formas. Para Pidelaserra, el  descubrimiento de Puvis corresponde a la época en que empieza a producir una serie de dibujos que desembocan en obras similares a la que nos ocupa.

Al regresar a Barcelona Pidelaserra participa en una exposición en la Sala Parés con piezas correspondientes al simbolismo. En Barcelona esta corriente se aceptó antes que el impresionismo, que por el contrario era lo que más se llevaba en París en aquel momento. Llegados a este punto de la explicación, Casamartina hace referencia a cómo Pidelaserra interpreta el simbolismo a su manera y, en consecuencia, al
escaso éxito de su obra. De hecho, en la Sala Parés el único que le compra algo es su tío Narcís Dèu i Mata, que además le encarga hacer un retrato de la familia. Sin embargo, el resultado del encargo es un cuadro tan antiacadémico, exagerado en los gestos y con unos rasgos que rallan tanto la fealdad que tampoco tiene aceptación, salvo la de Nonell, al cual el cuadro le encantó. En realidad ese cuadro se adelantaba al expresionismo, incluso al primitivismo y al cubismo que estaban a punto de llegar.

Tras esta etapa tan controvertida, Pidelaserra se retira al Montseny donde, aislado, se dedica a pintar paisajes y empieza a aplicar el neoimpresionismo o puntillismo. En aquella época muchos jóvenes simbolistas empezaban a trabajar con el puntillismo y el impresionismo, pero Pidelaserra lo hace de manera intuitiva, no técnica. A aquella época se supone pertenece el cuadro de Las tres gracias. Los cuadros de la etapa del Montseny están numerados y por eso sabemos que no hizo muchos, pero corresponden a una etapa que, junto con la de París, resulta de las más atractivas y buscadas en su trayectoria.

Las tres gracias es de hecho un cuadro modernista que a la vez es la antítesis del modernismo catalán. Por ejemplo, conserva el arco a modo de cortina formado por los árboles que rodean la escena, lo cual es una característica puramente modernista. Pero, por otro lado, aplica una técnica puntillista que no es la habitual, ya que la usa sólo en las partes que le interesan, utilizando incluso la punta del pincel para hacer hendiduras en la pintura. Esta obra se inscribe en una serie de tres piezas simbolistas que realizadas hacia 1902, la más importante de las cuales era el tríptico La vida, que destruyó ofendido por las malas críticas recibidas.

En 1903 Pidelaserra vuelve a fracasar y deja de pintar presionado por su familia, que ahora sí le empuja a volver al negocio familiar. Así, no vuelve a pintar hasta el 1912, aunque entre 1910 y 1911 hace los dibujos más importantes de tipo expresionistas. Son dibujos inspirados en las obras La vida y Las 3 gracias. Posteriormente es cuando viaja Mallorca con su mujer y recupera su faceta artística.

A partir del año 1929 y 1930 empieza a pintar lo que quiere y comienza a ser famoso a partir de entonces. A esos años corresponde un cuadro llamado Los vencidos, que representa tanto los vencidos de la guerra como los vencidos de la vida. Éste, junto con otros de esta etapa son cuadros muy difíciles de clasificar.

Se podría decir que su momento de más éxito fueron los años 20 y sin embargo los años 40 están malditos. Aunque lo cierto es que en el caso de Pidelaserra todo es relativo,ya que se trata de un artista que hizo siempre lo que quiso y, por ello, hubomomentos en que fue un pintor muy incomprendido.

Por último, queremos destacar que en el año 1975 Artur Ramon Art acogió una exposición centrada en el puntillismo y expresionismo en la que ya apostó por la obra de Pidelaserra.