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Biografía
Josep Maria Subirachs vive su etapa de formación bajo la influencia del novecentismo catalán, pero muy pronto ya crea un estilo personal que se caracteriza por una figuración expresionista en la que el aspecto formal tiene más importancia que el argumental. La estilización, cada vez más depurada, le lleva a la abstracción que en algunos casos sale del círculo de los coleccionistas para instalarse en ámbitos públicos. Sus descubrimientos plásticos y experiencias formales le convierten en pionero de auténtica iconoclastia frente a la escultura estatuaria tradicional. Este nuevo lenguaje tiene como características esenciales el dominio del espacio, la fuerza del ritmo y un minucioso tratamiento de la textura.
Tras su época abstracta, tan emblemática de la nueva cultura que se abre paso entre los restos del convencionalismo oficial, a finales de los años sesenta reintroduce la figuración, pero lo hace sin regresar a conceptos tradicionales, conjugando lo onírico, lo volumétrico y lo literario, mezclando materiales y técnicas. Incluye, por ejemplo, la pintura en sus esculturas y, a menudo, éstas rebasan sus límites naturales y tienen vocación de arquitectura. En 1986, Subirachs recibe el encargo más arriesgado y laborioso de toda su trayectoria profesional, un trabajo de extraordinarias proporciones: la realización de los grupos escultóricos y las puertas de la fachada de la Pasión del templo barcelonés de la Sagrada Familia. Subirachs dedica más de veinte años al conjunto que podría considerarse síntesis y culminación de su larga y prolífica trayectoria escultórica.
Exposición de sus obras
El arte de Subirachs está en la calle, en fachadas e interiores de edificios civiles y religiosos, en tiendas, en jardines. Su personalidad se refleja tanto en el monumento como en la pequeña escultura, en el gran mural como en la medalla. Contrastes de estilos y yuxtaposiciones de materiales y modelos definen su personalidad hasta tal punto que el juego del dualismo – figurativo-abstracto, forma-símbolo, innovación-repetición, pintura-escultura – se convierte casi en el emblema que distingue la producción de uno de los máximos exponentes de la escultura catalana de la segunda mitad del siglo XX.