Piranesi: diez claves para comprender su cerebro negro

Una imagen vale más que mil palabras. Conozcámos a Piranesi a través del retrato que grabó Felice Polanzani en 1750. Sorprende la mirada del artista dentro de un busto de emperador romano. Siempre he pensado que Piranesi dictó el retrato y por eso se define en letras esculpidas en el friso: “JO. BP PIRANESI/ VENET ARCHITECTUS” como lo que, en realidad, no era pero quería aparentar: vivió tan sólo una tercera parte de su vida en Venecia y sólo pudo ver un edificio construido. Allí, en Santa Maria del Priorato, en el Aventino romano, fue donde delante de la escultura que honra su tumba oí su nombre por primera vez . Poco después conocí sus grabados en unos tomos que mi padre compró a un librero vecino. Y en Londres comprendí su mundo a través de mi maestro John Wilton-Ely.

Piranesi fue muchos hombres en uno: arqueólogo historicista, arquitecto visionario, anatomista de la ruina, cronista de su tiempo, defensor de la romanidad y promotor de diseños Entendió que el arte del grabado sería la industria desde la que difundiría sus ideas por todas partes. Su influencia en Europa, especialmente en Inglaterra, fue más considerable de la que tuvo en su propio país. Con sólo cincuenta y ocho años desplegó una “obra total”, prometeica y prepicassiana, defendiendo Roma con el rigor de un científico y el fervor de un cruzado. En diez claves, revelamos sus secretos para comprender, parafraseando a Marguerite Yourcenar, su negro cerebro:

 

  1. Venecia o el origen:

Aunque solo pasó los primeros veinte años de su vida en Venecia no podemos entender a Piranesi sin comprender su origen. En 1720 nació en Mogliano di Mestre, una triste ciudad pegada a La Laguna donde hoy se hospedan los turistas low-cost. Entonces era un pueblo de trabajadores como lo era su padre Angelo, cantero de profesión. Sabemos que acompañaba a Matteo Lucchesi, su tío materno, arquitecto de renombre y Magistrato delle Acque, en sus visitas para supervisar los sistemas hidráulicos de la ciudad y la defensa de la Laguna y sus ríos. De aquellas visiones infatiles nacerían años más tarde sus prisiones imaginarias. A través de Lucchesi, Piranesi se formó con los mejores anticuarios, arquitectos y restauradores venecianos de la primera mitad del siglo XVIII y conoció de cerca los dos caminos para convertir la arquitectura en imágen: las vistas topográficas o vedute y las fantasías o los capricci. El genero de la vedute, que Piranesi acabaría llevando a la cima, se basaba en vistas en perspectivas de los edificios de la ciudad con voluntad cartográfica y tenía entonces en Canaletto a su máximo exponente. Mientras, el capriccio era el genero basado en fantasias arquitectónicas en la que los edificios se combinaban a través de la imaginación. Derivaba de las arquitecturas idealizadas del Renacimiento vinculadas a la Arcadia, aunque fueron también Canaletto y los Guardi quienes las convirtieron en vistas idealizadas. Con el bagaje de las vedute y los capricci ,- es decir, visión cartográfica y fantasía de arquitectura imaginaria-, junto con las construcciones visionarias de los Bibiena, el joven Piranesi deja Venecia.

 

  1. Roma, ciudad adoptiva:

En 1740, Piranesi llega a Roma acompañando el sequito del  embajador  veneciano en la corte del papa Benedicto XIV. Roma era el centro del mundo del arte y peregrinaban artistas y escritores de todas parte en un viaje iniciático que comúnmente se denomina Grand Tour. Llega al sitio adecuado en el momento adecuado y absorbe el monumental pasado de la ciudad y su presente lleno de renovada energía con ciceroni, anticuarios, arqueólogos y artistas. Entra en el taller del grabador Giuseppe Vasi que es quien produce las vedute de los monumentos y sitios más conocidos de la ciudad, grabados que vende a los grandtouristas como postales, una de los primeros productos del merchandising turístico. Allí conoce los rudimentos de la técnica del aguafuerte que le sirven para realizar sus primeras vistas Prima parte di Archittetura e Prospettive (1743) que recoge su primera aproximación a la Antigüedad. En mayo de 1744 retorna a Venecia y conoce de primera mano el taller de los Tiepolo, padre e hijo, y su primorosa y sensual técnica de dibujantes y grabadores, y el rigor de vedutista de Canaletto. Regresa a Roma dejando su ciudad natal para siempre con dos misiones para un futuro próximo:  consagrar el resto de su vida a exaltar la magnificencia de Roma y construir mundos a través de su imaginación para difundirlos en aguafuertes.

 

  1. El grabado: multiplicador de imágenes

Piranesi es uno de las grandes individualidades en la historia del grabado sólo comparable a Durero, Rembrandt, Goya o Picasso pero su nombre es menos conocido porque a diferencia de los otros sólo fue grabador. Exceptuando algunos ejemplares en aguadas y tinta de visiones de arquitectura utópica, la mayoría de sus dibujos son preparatorios para sus grabados. Es más, creo que muchos de los dibujos preparatorios para sus celebres Vedute no existen porqué se destruyeron en el proceso de creación, eran simples herramientas para llegar al grabado. Posiblemente los realizó en papeles vegetales muy finos y luego los invirtió sobre la plancha de cobre para seguir las líneas con el buril perdiéndose para siempre. Piranesi pronto descubrió que sólo a través del grabado podría edificar su proyecto y difundir sus imágenes y teorías por toda Europa. Para conseguirlo necesitaba conocer la técnica como nadie para luego revolucionarla. Trabajador incansable, Piranesi pronto superó a su maestro Vasi en vistas de la ciudad menos topográficas y más fotográficas. Se dio cuenta que el gusto había cambiado y los grandtouristas ya no querían crónicas exactas de lo que veían sinó imágenes de una realidad idealizada, en la que los monumentos no estaban a más escala que la de la imaginación de Piranesi, obras que tuvieron mucho éxito porqué su prodigioso ojo tenía ya incorporado el gran angular.

 

  1. Vedute di Roma

Piranesi trabajó a lo largo de toda su carrera en las vistas de Roma. Publicó periódicamente nuevos grupos hasta llegar a un total de 135 en una suerte de work in progress que sólo su muerte puso final. Esta larga dedicación nos permite conocer su evolución gráfica, sus cambios técnicos y estilísticos. Así podemos observar como en las primeras vistas los monumentos se sitúan en el centro, rodeados de paisaje y están iluminados uniformemente. Poco a poco, subordina el entorno al edificio y el ambiente es más dramático en el juego de la luz que consigue por la utilización de la tinta y la reserva del blanco del papel. Las figuras,- mendigos y cortesanos, anticuarios y arqueólogos- son deliberadamente pequeñas para resaltar la magnificencia de la arquitectura. Más allá de la monumentalidad de la arquitectura, me gustan sus fragmentos: la sombra que proyecta una escalera sobre un edificio, el  carruaje Rococó que cruza la plaza de san Pedro, el hombre que sentado se apoya sobre la cartela. Y los arboles y los cielos, inconfundibles. Piranesi dio a conocer Roma a través de sus vistas por toda Europa en un mundo sin fotografías y servían como souvenir de la nostalgia para los que allí fueron o reclamo turístico de la esperanza para los que las vieron sin conocer Roma. Algunos que llegaron a la Ciudad Eterna con las imágenes preconcebidas de Piranesi quedaron decepcionados al confrontarlas con los parajes reales. Su influencia ha perdurado en nuestra memoria.

  1. Las Carceri o el sueño de la razón

La serie de las Carceri es la más famosa de su producción y bien podría llevar como subtítulo la frase de Goya, pero en este caso, monstruos para una arquitectura infinita, ideal para la deshumanización. No hay otros grabados en la historia que hayan motivado tantos comentarios y excelentes paginas literarias, de De Quincey a Huxley pasando por Victor Hugo. Piranesi las creó en 1745 cuando regresa a Roma después de su estancia en Venecia. Quiso realizar una serie de capricci arquitectónicos a la manera de Tiepolo pero  llevado por la fiebre de la imaginación o del opio le salieron las escenografías perfectas del horror. Piranesi sintió algo parecido a lo que nosotros sentimos hoy: la nostalgia de un mundo muerto y la desesperanza de uno que está por nacer. De esta angustia prenihilista, surgen los espacios infinitos de estas mazmorras donde nada bueno puede ocurrir. Sólo el Infierno de Dante,- que debió tener en mente Piranesi al realizar la serie-  llega a expresar con la misma intensidad el abismo existencial de un hombre sin libertad. Han subsistido pocos dibujos preparatorios con lo cual se ha especulado en una suerte de trazo automático y espontaneo como un surrealista avant la lettre. Tuvieron muy poca aceptación cuando vieron la luz y Piranesi las tuvo que regrabar adaptándolas con más contrastes y detalle al nuevo gusto del Rococó. Sin embargo, el tiempo le ha ido a favor y las Carceri resurgieron en la modernidad a través de la literatura y el cine.

 

  1. La ruina como poetica de lo sublime

Desde sus años venecianos, Piranesi se obsesiona por el devenir del tiempo. No es, como a menudo se ha dicho, un cronista de la Roma de su tiempo, sinó más bien un anatomista de la ruina, su fiel notario. Pero detrás de esta obsesión esta la idea de lo sublime que quedó perfectamente teorizada en 1757 por Edmund Burke en A philosophical enquiry into the origin of our ideas of the sublime and beautiful. La poética o belleza de lo sublime como el arte liberado de las cadenas del intelecto recorrerá la segunda mitad del siglo XVIII y encontrará en Piranesi uno sus máximos representantes. Lo sublime está en las Carceri pero también en las Vistas de Roma con el hombre empequeñecido ante la arquitectura y la naturaleza.  Una idea antigua que nace en la Antigüedad con Longino pero que paradójicamente renace en pleno siglo de la razón a través de Kant que la utiliza en la Critica del Juicio y que impregnará las reflexiones estéticas del momento. La poética de la ruina se condensa en la serie de los Grotteschi “una parodia macabra de la rocaille” en palabras de Adriano Mariuz. Calaveras y huesos enredados con las formas de serpentina del nuevo gusto en un terremoto de creatividad.

 

  1. La controversia sobre el origen de la Antigüedad: Roma contra Grecia

Con la llegada en 1755 de Winckelman a Roma  como conservador de las antigüedades  y romanas del Vaticano, Piranesi ve amenazada la supremacía romana contra la griega en el debate sobre el origen de la Antigüedad. Obsesivo, se dedica a desmontar las tesis de Winckelman. Della Magnificenza ed Architettura de´Romani (1761) es el libro que mejor condensa este intento titánico. Obra muy polémica en la que Piranesi demuestra un gran nivel de conocimientos y gran cantidad de lecturas. Un corpus teorico absorbido con un único propósito: demostrar que Roma simboliza el origen del mundo antiguo.  Reivindica la primacia de la utilidad publica de la arquitectura del Imperio y exalta la belleza de un paisaje cívico. No deja fragmento romano por grabar en este libro producido en honor y gloria de su ciudad de adopción. Publicado en 1760 en latín e italiano el libro fue subvencionado con mil escudos por el papa Clemente XIII, pontífice veneciano de la familia Rezzonico, a quien le dedica la obra. Entre sus argumentos, Piranesi, llevado por la furia contra los filohelenistas, llega a teorizar sobre una Roma que comienza con los etruscos silenciando el más que conocido ya entonces mundo griego como cuna de la civilización romana. En el libro el Campo Marzio Piranesi describe minuciosamente la Roma del Imperio en una reconstrucción arqueológica que parece de ciencia ficción. Las planimetrías se mezclan con las pequeñas vedute y destaca la obsesión por los carreos de piedra romana bañados en la luz del atardecer.

 

  1. El ornamento no es delito:

Piranesi negaría la afirmación del gran arquitecto Adolf Loos. Para él, el ornamento no es delito sinó todo lo contrario: la manera de condensar el gusto de su época a caballo entre un Neoclasicismo crepuscular y los nuevos albores del Romanticismo. Piranesi fue también el difusor de un nuevo lenguaje ornamental a través del libro Diverse maniere d’adornare i camini ed ogni altra parte degli edifizi (1769) que llegaría de su Roma adoptiva hasta las mansiones de la campiña inglesa a través de los hermanos John y Robert Adam a los que conoció en Roma. Los ricos de su tiempo querían tener chimeneas y candelabros, Vasos y ornamentos de arquitectura interior surgidos de la imaginación de Piranesi y sus variados inventarios llegaban a través de las publicaciones. Junto con Andrea Palladio, Piranesi creó una reinterpretación del lenguaje clásico de la arquitectura asociado al poder económico y político que ha llegado hasta hoy. Si Palladio encontró en Inigo Jones su mejor aliado para exportar un estilo, Piranesi hizo lo mismo con los hermanos Adam y así desde la National Galery de Londres a la casa Blanca en Washington, el estilo clásico en la arquitectura simboliza el poder.

 

  1. El legado piranesiano:

A Piranesi le sorprendió la muerte en Nápoles donde había acudido con su hijo Francesco en busca de los nuevos descubrimientos arqueológicos de Pompeya y Herculano.  Sólo confiaba en los escritos de Tito Livio y su pasión por grabar el mundo romano. Agonizando, desafió la muerte como hizo con la vida: “El reposo es indigno de un ciudadano de Roma: veamos mis modelos, mis dibujos y mis cobres”, fueron sus últimas palabras.

El Piranesi de las Carceri ha conectado extraordinariamente con la modernidad. De Coleridge a Proust pasando por Balzac y Baudelaire han bebido de sus fuentes imaginarias. Grabadores como Goya, Brangwin, Escher o Moore han recibido sus influencias. Adous Huxley llegó a decir que las Carceri eran el origen del arte abstracto. Ciento cincuenta años antes que los hermanos Lumière descubriesen el cine, Piranesi ya lo había intuido como lo reconoció Eisenstein. En su conferencia “Piranesi o la fluidez de las formas” dejó constancia en sus palabras y dibujos como había influenciado algunas de sus películas como La huelga (1925). Aunque es en Octubre (1927) concretamente en esos ocho planos que satirizan el ascenso de Kerensky al poder en la que el propio director soviético sube la escalinata del palacio de Invierno de Moscu donde se vislumbra su herencia. Hay también en Metropolis de Friz Lang algo de piranesiano. Influencias visuales que llegaran hasta nuestros días, de Blade Runner de Ridley Scott (1982) a Minority Report (2003) de Steven Spielberg, pasando por directores como Terry Gilliam y Peter Greenaway. Más recientemente Martin Scorsese confesó que se había inspirado en las prisiones piranesianas para concentrar el ambiente de locura y paranoia de Shutter Island (2009).

 

  1. 10.  Piranesi entre nosotros:

Piranesi está muy presente en nuestras colecciones públicas, especialmente en la valenciana Academia de san Carlos y en la Biblioteca Nacional en Madrid. Fueron los académicos valencianos los precursores del coleccionismo de piranesis en España. En 1788, diez años después de la muerte del maestro,  compraban las esplendidas series de 16 tomos y 880 laminas (casi las obras completas) directamente a su hijo, algunas de las cuales se han visto en exposiciones. El coleccionismo distingue muy bien los ejemplares de primera edición romana contemporánea a Piranesi o los bien distintos ejemplares del XIX regrabados por su hijo Francesco: la imagen subsiste pero el cobre ha perdido su frescura original.

Horace Walpole en su Anecdotes of Painting (1780) describió perfectamente el genio de Piranesi: “Fue tan salvaje como Salvador Rosa, tan intenso como Miguel Angel y exuberante como Rubens…imagino escenas que sobrecogerían a la geometría y agotarían a los artistas independientes si fueran traducidas a la realidad”. En rigor, el mundo de Piranesi convertido en realidad y su interpretación actual es lo que nos ofrece Las Artes de Piranesi (Caixaforum Madrid hasta el 9 de setiembre). Exposición, procedente de la veneciana Fundación Cini, que reúne más de doscientos cincuenta grabados y que llega a Barcelona en octubre, treinta y tres años después de la gran retrospectiva que se le dedicó en la sede del antiguo hospital de la santa Creu.

La gran aportación de esta muestra es la recreación del “estilo Piranesi”, es decir, la nueva creación de objetos o prototipos de artes decorativas (candelabros, altares, sillas, consolas, chimeneas) que la empresa española Factum Arte ha elaborado a partir de sus grabados, completando un proceso que en muchos casos el propio maestro no pudo realizar. El diseñador Adam Lowe ha estado trabajando con su equipo para convertir los proyectos ornamentales de Piranesi en obras reales. Algunos se han realizado de manera artesanal y otros a través de programas informáticos para luego acabarlos en materiales nobles. Quizás una búsqueda más profunda hubiese dado como fruto la localización de algunas piezas de época, diseñadas a partir de sus grabados, diseminadas entre las colecciones como la chimenea Stowe propiedad del banco de Santander, que siempre explican mejor la influencia que una postiza aproximación actual con demasiado dorado, sin la patina del tiempo.

Es también una sorpresa el video en 3D a partir del mundo fantástico de las Carceri: un videojuego del horror. Además está recreación maravillosa nos revela el origen: el submundo oscuro bajo la gran Laguna que conoció de niño.

Menos original me parece, en cambio, la confrontación de fotografías en blanco y negro que hoy ha realizado Gabriele Basilico con las vistas grabadas de Piranesi para explicar en imágenes simultaneas los cambios entre pasado y presente del mismo enclave. Idea claramente copiada del libro Views of Rome. Then and now con fotografías de Hershel Levit publicado en Nueva York hacia casi cuarenta años.

No se pierdan esta gran exposición y entren en el mundo laberíntico de Giovanni Battista Piranesi. Les confieso que una vez dentro nunca encuentras la salida.

 

 

Artur Ramon Navarro