Trampantojo

Pere Borrell del Caso: ‘Huyendo de la crítica’, 1874 BANCO DE ESPAÑA
El 4 de enero estaba escuchando en la radio el debate de investidura de Pedro Sánchez cuando Pablo Casado descalificó la propuesta del candidato a presidente como un “trampantojo electoralista”. El comentarista radiofónico se sorprendió de la expresión, que consideró arcaica (como felón) y quiso encontrar su significado. Para ello recurrió al programa de cocina Masterchef y no me extraña porque hace tiempo que en nuestro país la cultura se ha reducido a la gastronomía. El diccionario de la RAE define el trampantojo como “la trampa o la ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es”.
En la pintura es un género dentro del bodegón en el que se describían rincones de taller con dibujos, esculturas, grabados,
mapas, compases, libros que aluden a la capacidad simuladora del arte. En francés trampantojo es trômpe l’oeil o la forma de
engañar al ojo. Germina esta idea en los orígenes de la pintura con la bella historia de Zeuxis y Parrasio y su apuesta para ver quién era capaz de pintar unas uvas queengañasen a los mismos pájaros.
Naturalmente el comentarista del debate no sabía nada, Casado adivino que tampoco, pero Álvarez de Toledo, que le escribe los discursos, posiblemente sí. Se entiende que el líder del PP quería señalar el engaño de su oponente que ofrece algo que parece pero no es. El nivel de estulticia que hemos alcanzado en cultura general es de récord y no sólo afecta a los aspirantes a guardia urbano. Portugal es hoy un país más culto que España. Lo peor es que más allá de no saber nada se hace constantemente apología de la
burricie: no hay nada más atrevido que la ignorancia.
La Vanguardia, Culturas | Artur Ramon Navarro