LONDON ART WEEK – Día X

The end

Se acaba la London Art Week y todos estamos cansados después de doce días intensos donde han pasado muchas cosas. Cada día tenemos más ojeras, como zombies. Parece que hace un año que llegué con Horacio y montamos la exposición. Y medio Anna que llego Anna y no ha pasado ni una semana. En este tipo de eventos pierdes el sentido del tiempo. Eventos, cenas, fiestas, exposiciones y noches sin dormir… Suerte que se acercan las vacaciones con la promesa de la felicidad. Sueño que llegue el 30 de julio y pueda acabar todo y cierre el maldito móvil – pequeño ordenador que llevamos como las cadenas los esclavos – para abandonarme al dolce far niente después de Une saison en enfer como dijo el otro Arthur. No sé ustedes, pero un servidor llega ya sin gasolina.

Nunca me han gustado las despedidas porqué comportan la melancolía de un tiempo que desaparece y que sólo quedará en el recuerdo que falsea la realidad. El recuerdo es la literatura del tiempo que vivimos. Encontraré a faltar Colnaghi, estupenda galería en el corazón de Mayfair y la energía de Jorge y Nicolás, y la presencia afable de Konrad. También, el equipo acogedor y profesional formado por Tim, Mercè, Alice, Sara, Nicola, Diego, Ricardo, Casilda and so on. Y esta librería esplendida donde he vivido como en una instalación. He estudiado y he escrito bastante de mi próximo libro que irá sobre el dibujo. En definitiva, he aprovechado el tiempo, algo que desde pequeño me enseñó mi padre.

También añoraré el apartamento en Bow Street y el camino que ya se hacía rutinario entre el simulacro de mi hogar aquí y el de la galería, una arteria que por la mañana estaba despejada y cuando salía se llenaba de gente y de calor. Londres es una ciudad compuesta de muchas ciudades o pueblos, es cosmopolita pero local, un calidoscopio extraordinario con una oferta variada que muy pocas metrópolis en el mundo tienen. A veces es Nueva York sin rascacielos o una versión menos dura de París. Aunque es una jungla humana parece que la gente esté más contenta que en la capital del Sena o al menos es algo más tolerante con los que venimos de fuera. Es una pena que esté en una situación política complicada, en medio de un divorcio con Europa que no sabemos como acabará y sin un líder en el horizonte. May es una burócrata que no sale del Brexit is brexit, una frase que demuestra que no es Margaret Thatcher. Come on, a little bit more!!! que le pedía Adrian a gritos desesperado.

Ayer en Colnaghi jugamos a The Price is right una versión del precio es justo en el mercado del arte. Casi sesenta invitados hicimos nuestras apuestas de los lotes que se subastaban en Christie’s por la noche y durante la cena vimos en una pantalla gigante la venta en directo y como iba nuestra porra mientras Jorge animaba la cosa a la manera del gran Joaquín Prat. Ganó Xavier Bray, director de la Wallace Collection. Quedé el penúltimo, en zona de descenso. Curiosamente algún becario quedó mejor posicionado que dealers experimentados o conservadores de museos. Creo que juega más el azar que el conocimiento en estas cosas aunque confieso que si hubiese ganado o quedado mejor pensaría justo lo contario. Tengo una opinión-chicle, flexible y me adapto. A veces, me gusta llevar la contraria y digo cosas que no pienso para irritar a mi interlocutor cuando se pone muy terco. Es mi juego dialectico.

Está tarde vendrá Juan con Dani, su hijo y en una caja recogerán los dibujos y se los llevarán a casa. Saldré de la galería y notaré el aire de la libertad e iré a ver alguna exposición que tengo pendiente. Y luego cenaré con Tim y Miguel y ya hablaremos del pasado. En fin, todo pasa, nada queda, ha sido un placer escribir este dietario personal y virtual y compartirlo estos días con los que estáis al otro lado de la pantalla, si es que alguien lee estas páginas. Si no, al menos quedará archivada esta memoria en los anaqueles piranesianos de esta abstracción inquietante que llamamos la red, the net, Internet.

Ya no continuará porqué aquí se acaba.

The end.