LONDON ART WEEK – Día IV

London by night

Después de ocho horas encerrado en la biblioteca, salgo a la calle y he perdido la sensación del tiempo. Paseo desorientado por St James’s en busca del aire perdido. Son las seis de la tarde y el sol dora las fachadas de los edificios neoclásicos de Mayfair. Tomo una copa con Christophe y Béa en uno de mis sitios preferidos, la Maison Assouline que tiene el aspecto de un club inglés. Una librería-bar que huele a madera y a tiempo. Voy de biblioteca en biblioteca y tiro porqué me toca. Claro que hubiese podido ir a pasear por Green Park y respirar el aire puro de uno de los pulmones de Londres pero preferí cenar en Di Stefano (mal nombre para un culé), 10 Abermale St . Entró una familia árabe con dos niños alicatados a sendas tablets y pensé en qué bonita es la comunicación familiar.

Salgo del restaurante y aún es de día. Cruzo Picadilly, me adentro en Soho y hay una plaga bíblica de los aliens de hoy: los turistas que lo invaden todo. Están en todas partes: Londres, Lisboa, Roma, Praga, Venecia, Berlín, Barcelona, una verdadera industria basada en sacarles el dinero. La globalización y los vuelos low-cost han masificado la idea del viaje, reservada antes a unos pocos. Cuando yo estudiaba, volar a Londres (ida y vuelta) costaba lo que hoy serían €1800, hoy vas y vuelves por €180. Un cero menos. Paradójicamente, una vez aquí todo es carísimo. Una simple botella de agua en Gatwick cuesta casi lo que un menú en Barcelona. No tiene ningún sentido. Stefano, el dueño de este bistró italiano en el corazón de Mayfair, me cuenta que las cosas están muy mal y que en cinco años este modelo reventará. No sé. De momento, no sé de qué se queja ya que su restaurante está a tope y casi me pide que me vaya rápido.

En Soho hay colas de jóvenes preparados para entrar en las discotecas de moda donde suena el pegadizo “Despacito”. Despacito, sí, voy hasta Trafalgar Square y sobre un cielo de Constable se recorta la escultura erecta de Nelson. De hecho, Colnaghi empezó gracias a la muerte de Nelson que le permitió a Paul Colnaghi hacer una serie de grabados con su esfinge y desde 1805 (aunque fue fundada en 1760) hasta ahora.

Cuando llego al apartamento, leo El País y coincido plenamente con la visión de Julio Llamazares sobre el turismo: elpais.com

Continuará…