LONDON ART WEEK – Día IX

Hace hoy un día para ir a la playa y no para trabajar en esta metrópolis ruidosa donde es imposible dormir. Ya no es Nueva York la ciudad que nunca duerme sino está Londres posmoderna que ya nada tiene que ver con su pasado victoriano, sólo queda la nostalgia de lo que fue un Imperio grabada en el corazón de los ancianos que han decidido romper las amarras que sujetaban la isla con Europa. Cenamos con Adrian y nos cuenta que está preocupado por las consecuencias del Brexit y que con sus amigos solo sale esta tema, algo parecido, le digo, nos pasa a nosotros con el proceso de Kafka. Sufre por su presente y por el futuro de sus hijos. Tiene cincuenta y cinco años y empieza una nueva aventura profesional, y le digo que todos empezamos cada día algo nuevo en este mundo impredecible y trumpiano.

En Sotheby’s salta la banca y por un dibujo de se paga casi un millón de euros. Se trata de una escena de mercado de artista holandés Joachim Anthonisz Wtewael del cual se conservan poquísimos dibujos. Es una tinta y aguada muy acabada y firmada. El propietario debe estar celebrándolo bañado en champagne. Estás cosas pasan a veces en las subastas, sólo hace falta que dos se peleen por la misma obra sin límite. La subasta es adrenalina pura y uno levanta la mano llevado por los resortes de la testosterona más que por la reflexión. Belleza y posesión. En cambio, en Christie’s no se vende la pareja de vistas de Guardi que estaban muy altas estimadas y no eran tops. Calma chicha en la galería a remolque de las subastas. En la venta de pintura antigua de Sotheby’s la grisalla que me gustaba de Van Dyck, el retrato del grabador Jean-Baptiste Barbé, estimado entre 200/300,000 libras alcanza 1,628,750. Pas mal!.

A las 7.30 vamos a la Royal Opera House que está a dos minutos andando de casa para ver Turandot. Me fascina este aire decadente que tiene la opera que parece los últimos vestigios de los oráculos griegos. La música emociona quizás más que cualquier otro arte porqué el sentido del oído es más emocional que la vista, el gusto, el olor o el tacto. A través del olor surge el recuerdo más que con cualquier otro sentido. Y cuando el tenor canta Nessun dorma un leve escalofrío me recorre la espalda y me recuerda que All’alba vincerò. La soprano es maravillosa y se lleva todos los aplausos de una audiencia entregada. Vi por primera vez Turandot en las termas de Caracalla en Roma y me llevo mi tío Anton que tantas cosas me descubrió, entre ellas la ópera y Caravaggio o viceversa. Es esencial tener guías que alumbren el camino de tu vida.

Continuará…